MINDFULNESS

¿Qué es?

Mindfulness puede definirse como la capacidad de:

Prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación.

            Es una nueva forma de trabajo en la cual, a través de la meditación, nos hacemos conscientes del momento presente y disfrutamos de la atención y conciencia plena, tanto dentro de nosotros como de todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

 

Dentro de esta actividad trabajamos la escucha, las emociones, los pensamientos y su impacto en nuestra vida. Mediante actividades como la relajación o la meditación podemos incidir en temas como son el estrés, la focalización de la atención o la mejora en la comunicación.

Asimismo, logramos atender en la identificación de pensamientos y emociones que nos guían a veces sin ser conscientes y su correcta reformulación para hacer de ellos algo funcional y adaptativo para nuestro día a día.

 

  El trabajo con Mindfulness tiene numerosos beneficios, entre ellos:

– Reduce el estrés y la ansiedad.

– Mejora el sueño.

– Reduce el dolor.

– Mejora la función inmunológica.

– Mejora las funciones de memoria, aprendizaje y atención.

 

¿Cómo se trabaja en Mindfulness?

Cada sesión está focalizada a un aspecto concreto (emociones, distorsiones en el pensamiento, escucha activa etc.) y en todas ellas el trabajo está dirigido a:

  • Trabajar con Mindfulness y entrenar su funcionamiento.
  • Aprender a realizar ejercicios de relajación y respiración.
  • Meditación.
  • Vídeos informativos y de trabajo.
  • Actividades de puesta en práctica, cada una adaptada a la sesión del día.

 

Mitos sobre Mindfulness

 

Teniendo en cuenta lo anterior, os dejamos unas pequeñas aclaraciones de mitos preconcebidos y basados en el desconocimiento de esta actividad, tomando como referencia los argumentos expresados por Depaak Chopra en un artículo publicado en The Huffington Post (2013).

 

Mito 1: La meditación es difícil

Este mito se basa en la idea de que la meditación es una práctica esotérica reservada únicamente para monjes. Sin embargo, la realidad es que cuando recibes las instrucciones de un profesor bien formado y experimentado, mindfulness es fácil y sencillo de aprender. La técnica puede ser tan simple como atender a la respiración o a los sonidos. Una de las razones por las que la meditación puede percibirse como difícil es porque, cuando nos esforzamos demasiado en mantener la concentración y mantenemos la expectativa de acallar la mente, podemos frustrarnos y pensar que no estamos realizando la práctica correctamente.

Mito 2: Tienes que acallar la mente para realizar bien la práctica

La mente no se silencia nunca por completo, algo que ocurre simplemente por la manera en la que funciona nuestro cerebro. Apegarse a esta idea es un camino directo hacia la frustración. La meditación no consiste en parar nuestros pensamientos o vaciar la mente. No podemos detener o controlar el pensamiento, pero sí podemos decidir qué atención les prestamos. Dado que el foco atencional sí está bajo el control voluntario, podemos darnos cuenta de la distracción y redirigir la atención hacia aquello que deseemos. Como dijo David Simon, “el pensamiento de que estás teniendo un pensamiento seguramente sea lo más importante que hayas pensado nunca, porque antes de que tuvieras ese pensamiento, nunca habías sabido que estabas teniendo pensamientos. Probablemente pensabas que tú eras tus pensamientos”.

Mito 3: Lleva años lograr algún beneficio de la práctica

Los beneficios de la meditación basada en mindfulness son tanto inmediatos como a largo plazo. Hay que diferenciar entre mindfulness como estado y como rasgo. Como estado, nos referimos al funcionamiento cerebral que tiene lugar en el momento en el que te sientas para meditar. Produciendo beneficios asociados a la memoria, empatía, sentido de uno mismo/a y regulación del estrés. Por otro lado, hablamos de mindfulness como rasgo cuando éste se convierte en la manera normal de funcionamiento cerebral, es decir, permanecemos plenamente conscientes de la experiencia presente prácticamente en todo momento. Por supuesto, esto sucede con años de práctica rigurosa, produciéndose cambios permanentes y favorables en las estructuras cerebrales.

 

Mito 4: La meditación es escapismo.

El verdadero propósito de la meditación no es desconectar y evadirse de todo sino reconectar y ponerse en contacto con tu verdadero yo. En la meditación te sumerges por debajo de la superficie agitada de la mente, que tiende a estar llena con pensamientos repetitivos sobre el pasado y preocupaciones sobre el futuro, para estar en el punto de quietud de la pura conciencia.

 

Mito 5: No tengo suficiente tiempo para meditar. 

Si sientes que tu agenda está demasiado llena, recuerda que incluso unos pocos minutos de meditación son mejor que ninguno. Paradójicamente, cuando meditamos de un modo regular, tenemos más tiempo. Al meditar entramos y salimos del terreno de la percepción, carente de espacio y tiempo… Nuestra respiración y nuestro ritmo cardiaco se ralentizan, nuestra presión sanguínea baja, y nuestro cuerpo disminuye la producción de las hormonas del estrés y otros químicos que aceleran el proceso de envejecimiento y nos dan la sensación subjetiva de que “nos estamos quedando sin tiempo”.

 

Mito 6: Meditar requiere tener creencias espirituales o religiosas.

La meditación es una práctica que nos lleva más allá del ruidoso parloteo de nuestra mente a la calma y al silencio. No requiere de una creencia espiritual específica, y mucha gente de diferentes religiones practica la meditación sin que haya ningún conflicto con sus creencias religiosas actuales.

Se medita para experimentar la calma interior y los numerosos beneficios en la salud física y mental – incluidas la reducción de la presión sanguínea y del estrés y un sueño reparador. La meditación nos ayuda a enriquecer nuestras vidas. Nos permite disfrutar todo lo que hacemos en nuestras vidas más profunda y felizmente – sea practicar deporte, cuidar de nuestros hijos, o avanzar en nuestra carrera profesional.

 

Mito 7: Se supone que tengo que tener experiencias transcendentales en la meditación.

Aunque podemos tener una variedad de experiencias maravillosas cuando meditamos, incluido sentimientos de dicha y unidad, esto no es el propósito de la práctica. Los beneficios reales de la meditación son lo que ocurre en las otras horas del día cuando nos conducimos por nuestra vida diaria. Cuando emergemos de nuestra sesión de meditación, llevamos con nosotros algo de esa calma y silencio de nuestra práctica, permitiéndonos ser más creativos, empáticos, centrados y cariñosos con nosotros mismos y aquellos a quien encontramos a nuestro paso.

 

PÉREZ Y SALCEDO

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